domingo, 25 de septiembre de 2016

FORTALEZA EN EL PADECER





Pero ¿de dónde viene principalmente a los mártires su fortaleza, en el padecer? Pues les nace de que sus almas están henchidas de luz y de esplendor; les nace de que sienten en su interior la presencia de Jesús, cuya hermosura y gloria los alientan al martirio. Esta es la virtud que apaga las hogueras de su tormento, que torna sus llamas tan suaves como brisa de primavera; por eso las varas con que los azotan les parecen tan blandas, y sus más duros golpes los regocijan cual si fuesen caricias regaladas; por eso el acero se embota en sus carnes dilaceradas, y en sus miembros ensangrentados. Llevan los mártires dentro de sí una fuerza muy superior a la de sus verdugos. Y no es que sus dolores y angustias dejen de ser reales, sino que están modificados, contrastados, casi transformados por la virtud que sacan de sus propias almas, mediante la gracia y el amor en ellas infundidas pródigamente a la hora de padecer por su liberal divino Maestro. 

AL PIE DE LA CRUZ O LOS DOLORES DE MARÍA
Rdo. P. Federico G. Faber